22 abril, 2009

AL PASO DEL CAMELLO

Parte la caravana bulliciosa
con el alba desde Alcazarquivir,
dos lunas ya sobre la ardiente arena
del árido desierto magreví.
Jadea el beduíno ya sediento,
el oasis se divisa en el confín,
se agachan los camellos en la arena,
comienza la acampada su trajín.
Brilla el acero gris de los alfanjes
colgando en la cintura, del tahalí,
arabescos de oro en la espingarda,
dorado en las babuchas, las capas, carmesí,
Cárdeno, rutilando en el turbante,
fulguran los destellos de un rubí.
Entrechocan espadas y gumías,
galopes, melopea, frenesí
de corceles, con pólvora quemada,
arde el cielo en la noche marroquí.
Címbalos y dulzainas, chirimías,
alegran la apatía del sidí,
exótico girar de bayaderas,
eróticas torsiones de la hurí,
y en la jáima, bajo el cielo estrellado,
se consuma el amor blanco y sutil.
La noche pone fin con la alborada,
salmodia su plegaria el almuecín,
vuelve la caravana a su camino,
cada sierva bajo su baldaquín.
Se enfilan los camellos en reata,
al paso del camello va el alfil,
pronto divisarán los minaretes
de la blanca mezquita de Agadir.
Como un trazo difuso entre las dunas,
se ve la caravana desde aquí,
con el paso cansino
se alejan y se alejan los camellos
nla nlu
nla nlu
nla nli.

( Chascando la lengua)

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