A la orilla del río,
normalmente los lunes,
pequeñas golondrinas
prendían silenciosas
banderas de la paz en mástiles de alambre,
y cuando el sol de otoño
tan gélido y tardío,
secaba la colada,
y una brisa cortante
flotaba en el ambiente.
Recuerdo que surgían,
entre la ropa blanca
y un suave aroma a espliego.
hinchadas y ateridas
las manos de mi madre
02 mayo, 2009
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