Cuentan que en una entrega inusitada,
Arrastrando una cruz de trecho en trecho,
Aceptando su suerte, con el pecho
Herido por el látigo y la espada
Del centurión, la frente coronada
De espinas y el cuerpo lacerado.
Por redimir al hombre del pecado,
Por los hombres su sangre derramada.
Hoy al ver que la historia no ha cambiado,
Que el odio y la codicia es la gangrena
Que mina la virtud y está probado
Que el hombre para el hombre es una hiena,
Miro la herida abierta en tu costado
Y me pregunto: Señor, ¿valió la pena?
02 mayo, 2009
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