16 octubre, 2014

LA PARIDAD



LA  PARIDAD

Con algo de hilaridad
vamos a reconocer
que no es igual conceder
que avenirse a la igualdad,
y que con LA PARIDAD,
las mujeres más activas,
a iguales  expectativas
que el varón, tiene derecho,
es mas, ya tiene de hecho
las mismas prerrogativas.

Era bula del varón
escoger, si pretendía
pasar por la vicaría
a una mocita en sazón.
La que perdía la ocasión
se consumía en la espera,
y aunque un pretendiente fuera
un cretino o un sinsabor,
lo aceptaba aun sin amor
por no quedarse soltera.

Antes era el matrimonio
un proyecto de por vida.
La esposa, que sometida,
gobernaba el patrimonio,
daba a la vez testimonio,
de ama, de amante y criada,
que además de la colada,
la plancha, el niño, el fogón…
todo era su obligación
que él, de doméstico, nada.

Cada rol en el hogar
iba ya preestablecido:
el esposo a ser servido,
la mujer a azacanar,
pues no se podía pensar
que él un botón se cosiera,
ni que el biberón le diera
al niño, tal menester,
era cosa de mujer
que el, de eso, quedaba fuera.

Por su viril condición
haciendo alarde de hombría,
su criterio se imponía
aun carente de razón,
y en caso de discusión
no aceptaba otras razones
ni soportaba sermones
ante un error cometido,
por que en la casa el marido
llevaba los pantalones.

Hoy casarse es un inciso
de carácter temporal,
y si el negocio va  mal
se deshace el compromiso,
pues se expone lo preciso
sobre un ara sin retablo,
que si luego enreda el diablo,
no haciéndolo en el altar
no tendrás  por que acatar
la epístola de san Pablo.

Antes eran “sus labores”
la profesión de mujer,
se conformaba con ser
portadora de valores.
Pero los reformadores
de la ley, las ha instruido;
su derecho han exigido
y ahora con LA PARIDAD
tiene que hacer la mitad
de labores, el marido.

Ya no es ninguna virtud
guardar la virginidad,
que ahora es una facultad
de toda la juventud.
Si antes era una actitud
disculpable en el varón
ahora es una pretensión
que no discrimina sexos,
pues aparte los excesos
gozan de igual expansión.

Tal igualdad ha logrado
esto de LA PARIDAD,
que aunque en la fecundidad,
él no sea el embarazado,
su función  no ha terminado
con el masculino aporte:
hace con ella el deporte
de preparación al parto
y después en el pos- parto
de “parturiento” consorte.

Y como les dan  opción
los convenios laborales,
ha de cambiar los pañales,
preparar el biberón,
dar a la mamá atención,
del desayuno a la cena,
tener la despensa llena,
manejar la lavadora,
la plancha, la aspiradora. . .
o pedir ayuda ajena.

Ahora puede la mujer
ser albañil o ingeniero
y como gana dinero
hace honor a su valer.
Así la podemos ver
en el club o en la taberna,
juega al mus, fuma y alterna
lo mismo que hace el varón,
si quiere, elige al garzón,
que así es la mujer moderna.

Tanto han evolucionado
en emular al varón
que imponiendo su tesón
a ministras han llegado,
ya mas de una es magistrado
y ahí no se llega por guapa,
otra lleva en la solapa
insignias de general
y ninguna es cardenal
porque aún no lo admite el papa.



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