31 enero, 2010

SÁTIRA

Antes que en un apático marasmo,
me gozo con Quevedo en la ironía;
con su dardo burlón, y a su osadía,
me sumo con sarcástico entusiasmo.

Satírico me agito en un espasmo,
cuando un augusto procer se encenaga,
y con vinagre y sal meto en la llaga
el agresivo hisopo del sarcasmo,

fustigando a esa infame patulea
que al arrimar el áscua a su sardina
enseñan lo encubre su ralea,

pues por poner el cazo con sordina
y esconder el botín donde se mea
de España están haciendo una letrina.

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